En 1996 una chispa de ingenio cambiaría para siempre el universo de la lencería.
Nacía Bracli, una marca española destinada a romper moldes y despertar los sentidos. No era solo otra firma de lencería de lujo; era el comienzo de una revolución silenciosa, elegante y profundamente sensual.
En un mundo donde la seducción solía caminar por senderos conocidos, Bracli decidió ir más allá. Fue entonces cuando creó su joya más preciada: el tanga de perlas, una prenda íntima femenina que no solo viste, sino que susurra, que no solo adorna, sino que despierta.
Este innovador diseño, una fusión perfecta entre erotismo y elegancia, fue patentado a nivel mundial y se convirtió en el primero de su clase: un delicado equilibrio entre lencería y juguete erótico, todo en una sola pieza.
Pero la historia no termina ahí. A lo largo de los años, Bracli ha ido hilando nuevas fantasías, creando distintos modelos de collares para sus prendas, cada uno pensado para ofrecer distintas formas de placer y exploración.
Porque algunas joyas no se llevan en el cuello, sino más cerca del alma.